Como todas las mañanas, Nacho llegó a la veterinaria. A las nueve de la mañana arribaría su ayudante y comenzaría con la limpieza y la atención de los animales; agua y comida para los canarios, maíz para los gallos, verduras para los hamsters. Lo primero que hacía es prender la radio, pasaban buena música y noticias locales y nacionales. Desde que se pudo sintonizar emisoras argentinas en estos lados de la Patagonia, se había hecho adicto a la radio. El tiempo se presentaba bueno, excelente auspicio de trabajo.
Otoño, El cerro Curruhuinca, con el colorido de su bosque era una fiesta para la vista. Esos días se vivían intensamente, pronto llegaría la temporada de lluvias y nevadas. Una ford vieja, pero orgullosa y bien cargada, se detuvo frente al local de la Veterinaria. De ella bajó un hombretón de cara amistosa y dispuesto a la charla coloquial.
_¡ Qué tal…
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